domingo, 20 de marzo de 2011

Futmi: el fútbol en la red social




Futmi es una red social basada en el fútbol con el objetivo de atraer a todos los futboleros posibles. Es también, a su vez, una plataforma virtual rentable que está cosechando un cierto éxito en el campo de la web. El origen de este proyecto comenzó gracias a la pasión futbolística de tres amigos y compañeros de universidad; aime Aznar, Víctor Rodado y Pablo Ramos. Lo que querían construir estos estudiantes era una página que juntara información e interacción relacionada con el fútbol, apoyándose en una red de bloggers y en elementos multimedia.

Las características distintivas de Futmi son varias. Para empezar, es un proyecto que ofrece información oficial concedida por los distintos clubs, además de ser un espacio donde se pueden compartir experiencias, fotos y vídeos. Sus creadores también han apostado por la incorporación de concursos de bloggers.

Todo este éxito tuvo un precedente, en sus inicios comenzaron con Futboleando.es. Es aquí donde juntan un primer equipo de trabajo, al dar con la idea de lanzar una red social de fútbol. Para que este sueño se llevara a cabo, tuvieron que planteárselo todo más seriamente, dándole un punto de vista empresarial.

Fue entonces cuando empezaron las decisiones importantes, entre ellas elegir una S.L.N.E. y pedir un crédito ICO. Para conseguir un equipo adecuado que estuviera interesado en la idea, nuestros tres fundadores dedicaron un verano entero de viajes para transmitir la misma pasión que ellos sentían, y así formar una correcta plantilla.

El plan de medios propuesto tenía como objetivo darse a conocer en todos los ambientes posibles, la fecha límite se había fijado el 15 de noviembre (15N) día de la presentación en el hotel Euro Stars. Durante este período cometieron errores, como principiantes que eran. Aprendieron especialmente la eficacia de la jerarquía dentro de una empresa y la importancia de la función específica de los trabajadores.

Sin embargo, la lección más importante fue la que quisieron transmitirnos en la conferencia. Para llevar a cabo una idea emprendedora hay que luchar y sufrir por ella, además de rodearse de la gente adecuada. La meta tiene que ser clara y hay que estar dispuesto a sacrificarse por ella invirtiendo todo el tiempo (y muchas veces el dinero) posible. Si se cumplen estas condiciones la recompensa será grata, como nos han demostrado estos jóvenes triunfadores.

sábado, 19 de marzo de 2011

Reminiscencias de una vida

  

Randy Pauch era un profesor y científico común que ejercía la docencia en la universidad de Carnegie Mellon (Pensilvania). No había nada especial en su vida, su carrera profesional prometía, era un buen padre de familia, innovador en las tecnologías de animación (creó el programa Alice), escritor, y, sobre todo, amante de su trabajo.

Su vida dio un giro de 180º cuando en 2006 se le diagnosticó un cáncer de páncreas, que amenazaba con destruir todo por lo que había luchado. Sus temores se hicieron realidad cuando se confirmó que la enfermedad era terminal, que le garantizaba tan sólo seis meses de vida.

Cualquiera en su situación habría dedicado los últimos momentos en vida al ocio, la familia, pero Randy reflexionó profundamente y se dio cuenta de que tenía un mensaje que comunicar. Esta necesidad de transmitir sus íntimos sentimientos al mundo no cesó, así que plasmó todo lo que tenía que decir a la gente, a personas que no conocía de nada, hombres y mujeres que estaban en mejor situación que él, que tenían tiempo y vida. . Su mujer le instó a escribir un libro, pero éste no lo quiso así pues le quitaría mucho tiempo para estar con su mujer y sus hijos, así que optó por plasmar todo lo que tenía que decir en una última clase magistral.

Esta inquietud por mejorar las vidas ajenas le inspiró para dar a conocer su situación al resto del mundo. Cabe destacar su famosa conferencia “Alcanzar realmente tus sueños de la infancia”. El hombre nunca ha de perder la esperanza de que es capaz de cumplir sus sueños de la infancia si se lo propone, pero aunque no los consiga Randy afirma que se puede aprender mucho más tratando de cumplirlo. Aunque curiosamente, Pausch insiste también en que ayudar a otros a cumplir sus sueños de manera altruista puede ser más divertido que el logro de los sueños propios.

En este discurso, reitera la importancia del desarrollo de la creatividad desde muy jóvenes, exponiendo su caso en el que sus padres le dejaron pintar a él solo su habitación cuando tan solo era un niño. Desde un punto de vista más crítico, el hecho de que desde un principio nos hable de su enfermedad (su elefante), ya nos condiciona para el resto del discurso, ya que nos permite acercarnos mucho más emocionalmente a su persona y a lo que tiene que decir.

Sin embargo, para conseguir transmitir eficazmente su mensaje hable desde la propia experiencia, abriendo todas sus puertas privadas, lo que le da una veracidad absoluta. Su última lección no deja indiferente a nadie y sirve de ayuda a la hora de replantearse algunos aspectos sobre la vida y la muerte.

Impresiona el hecho de que tras todo el trasfondo internacional que ha habido sobre esta conferencia estaba creada simplemente con el fin de que algún día los hijos de de Pausch pudieran verla. Esto confirma la teoría de Randy sobre si te esfuerzas por otras personas la recompensa obtenida será mayor al esfuerzo invertido, y ésta ha sido que su discurso tenga fama mundial.

En definitiva, esta oratoria es un intenso testimonio que busca uno de los fines más nobles que puedan existir, alcanzar esos sueños que uno siente cuando es un niño inocente y que suelen parecer imposibles de lograr.





martes, 1 de marzo de 2011

Cuento de rabiosa actualidad


Mi mundo se desmoronó. Todo lo que le daba sentido a mi vida y me mantenía firmemente en la línea, desapareció de golpe en las navidades del 2010. Mi trabajo como periodista había llegado a su fin gracias a la crisis económica que afectaba al país. La cifra de despidos en la prensa había alcanzado el alarmante número de 2.000 personas en los últimos meses y conseguir un puesto en el sector laboral se hacía cada vez más difícil.

Para colmo, mi vida personal no estaba tampoco en su mejor momento. Las discusiones con Amelia eran cada vez más constantes y nuestra relación se había enfriado tanto que parecía que estábamos en el Polo Norte. Cuando le conté que me habían echado a la calle comenzó a excusarse y a evitarme, hasta que finalmente dejó de verme.

Sufrí una terrible depresión que me mantuvo encerrado en casa durante varias semanas, sólo salía para conseguir lo indispensable para vivir y cuando estaba solo me dedicaba a perder el tiempo y a lamentarme mientras me emborrachaba. Intenté escribir algún artículo, pero hasta mi habilidad para escribir me había abandonado, la inspiración y el interés se habían esfumado.

El espíritu navideño tampoco ayudaba, desde mi ventana podía ver a familias y a parejas felices que me mostraban todo lo que yo no tenía. Como ya no soportaba más el ambiente y comprendía que mi situación no me estaba llevando a ningún sitio, decidí realizar un cambio de aires. Reuní gran parte del dinero que había guardado y elegí un país exótico y caluroso que me hiciera olvidar mi vida y me devolviera mi afán periodístico.

El destino escogido fue Egipto, ya que cumplía con todas las condiciones que buscaba. Al parecer unas revueltas habían comenzado debido a la pésima situación social y económica en la que se encontraban muchos jóvenes. La nueva vía utilizada para convocar estas manifestaciones era, por supuesto, internet. La chispa que había hecho prender la pólvora había sido un joven tunecino inmolado como símbolo de protesta.
Al llegar allí no esperaba encontrarme tanto caos, la ciudad se había convertido en un auténtico escenario de batalla campal. Desde luego, parecía que las intenciones por parte del pueblo eran serias y no iban a echarse atrás. Los ciudadanos habían dejado sus tiendas vacías para instalarse en la plaza Tahrir, centro neurálgico de la revuelta.

A pesar del peligro que estaba viviendo, no podía contener la emoción de estar presenciando aquel momento posiblemente histórico. Era como si hubiera vuelto a nacer, mi estado de ánimo había mejorado, en definitiva, estaba contento e inspirado. La transición que el pueblo estaba buscando era un tema perfecto sobre el que escribir, y lo estaba viviendo en mis propias carnes, en primera fila ni más ni menos. 

Un día me desperté temprano, como tenía las piernas dormidas me puse a recorrer las calles, esto me servía también para empaparme del ambiente que allí rondaba y así escribir con conocimiento de causa. De repente, oí un llanto que no provenía de muy lejos. Busqué el origen de aquel lamento y me encontré con una situación que me conmovió. Ante mis ojos se encontraba una niña pequeña de unos seis años, ensuciada y acurrucada en el suelo. Le pregunté qué hacía allí y dónde estaban sus padres, pero lo único que saqué en claro era que estaba perdida y que no había nadie allí para ayudarla.

Tras meditarlo un instante, opté por llevarme a la niña conmigo, no podía dejarla sola en esas condiciones. Le di unos sambousek para que comiera algo y se tranquilizara, después la cogí de la mano y la llevé al hotel. En cuanto estuvimos a buen recaudo comencé a realizar varias llamadas para averiguar si alguien había notificado la desaparición de una niña.

Como no conseguí ninguna información útil fui preguntando en la recepción si conocían de algo a la pequeña. No saqué nada en claro, así que volví a preguntar a la niña quién era y qué había pasado. Esta vez conseguí que me revelara su apellido, Naara, y me contase cómo ella se había separado de su madre por el jaleo de una carga policial.

Con esta nueva información ya tenía algo con lo que empezar y no podía perder más tiempo. Esta vez sí hubo suerte, al parecer un empleado del hotel conocía a una familia con el mismo apellido, comprobé la dirección, ésta se encontraba cerca de la zona donde había conocido a la niña. Cuando volví a la habitación Naara se había dormido, no quería despertarla así que aproveché el tiempo dedicándolo a mi artículo.

Mientras tanto, en las calles empezaba a haber un optimismo creciente, Mubarak estaba cediendo y se hablaba de una dimisión inminente. La voluntad de los jóvenes era fuerte, y ya no toleraban que su presidente corrupto siguiera ejerciendo ningún cargo. Naara se despertó, le comuniqué que pronto vería a su madre, creo que me entendió porque esbozó una leve sonrisa.

Durante el tiempo que tardé en llevar a Naara a su hogar, varios pensamientos cruzaban mi mente. El más importante de todos que se anteponía al resto era un mensaje claro y seguro, por muy mal que vayan las cosas, ya sea a parados, a países o a niñas perdidas, siempre hay que conservar la esperanza, porque todo puede cambiar.